Millones en riesgo: la falla de los protectores solares más vendidos en Australia
Una investigación independiente reveló que marcas reconocidas de protectores solares en Australia no ofrecen el nivel de protección prometido, desatando un escándalo que combina desconfianza social, retiro de productos y cuestionamientos globales a la regulación.
Australia, país con la tasa de cáncer de piel más alta del mundo, atraviesa una crisis de confianza sin precedentes en torno a un producto vital para su población: el protector solar.
Durante décadas, campañas de salud pública instalaron el mensaje de “sin sombrero, no se juega” y alentaron la aplicación constante de cremas de protección, pero el hallazgo de que varios productos estrella no cumplen lo que prometen generó indignación masiva.
El disparador fue un informe de Choice Australia, organización de defensa del consumidor, que sometió a pruebas de laboratorio a 20 protectores solares populares. El resultado encendió las alarmas: 16 de ellos no alcanzaban el factor de protección solar (FPS) indicado en sus envases. Entre los más cuestionados, el Lean Screen SPF 50+ de la firma Ultra Violette, que en lugar de ofrecer una protección máxima, apenas alcanzó un FPS 4.
El impacto social fue inmediato. Consumidores sorprendidos relataron sentirse engañados tras años de confianza ciega en marcas como Neutrogena, Banana Boat, Bondi Sands y hasta el propio Cancer Council. Ultra Violette, en el ojo del huracán, primero defendió la seguridad de sus productos, pero finalmente retiró el cuestionado protector de los anaqueles luego de comprobar resultados inconsistentes en varias pruebas.
El caso llegó a la Asociación de Productos Terapéuticos (TGA), organismo regulador que anunció una investigación sobre las certificaciones y métodos de prueba, especialmente tras conocerse que varios productos compartían una base de fórmula similar y que un único laboratorio en EE.UU. había avalado gran parte de los protectores cuestionados.
La polémica va más allá de las fronteras australianas: expertos advierten que, dado que muchas marcas internacionales comparten fabricantes y laboratorios, el problema podría replicarse en otros países. Para la química Michelle Wong, creadora de Lab Muffin Beauty Science, el episodio revela la complejidad de garantizar eficacia en productos tan técnicos y la vulnerabilidad de un sistema de control que depende en gran medida de la transparencia de las pruebas.
A pesar de la alarma, Wong recordó que incluso un protector con FPS moderado —como el 16 evaluado en un gran ensayo clínico de los 90— reduce drásticamente la incidencia de cáncer de piel. Por eso, subrayó que lo esencial es la aplicación correcta: una cucharadita por cada zona del cuerpo, reaplicación cada dos horas y la combinación con ropa protectora y sombra.
El “escándalo del protector solar” no solo expuso un vacío regulatorio, sino también una crisis cultural: en un país donde se idolatra el bronceado y se teme al sol en igual medida, los consumidores ahora se preguntan en quién confiar para cuidar su salud.